Lecturas de Denmark Street (I)



CORAZÓN PERFUMADO DE ESTAFETA

—Puedes escuchar el podcast aquí: voz, José Blanco; música, Eleanor Rigby (strings only) (Lennon-McCartney)—

El gentío indolente se concentra
en las lindes sin luz del socavón
donde los niños tiran sus juguetes
para ver cuánto tardan en caer
al fondo y sus pequeños corazones
presienten en las cosas de la vida
un lejano rumor de catarata.
La rata metabólica ha engullido
la esquina más tierna del calendario
y los padres empujan a los hijos
que les recuerdan sus debilidades
forzados a imponer su autoridad,
les besan y apuñalan por cultura
los muñones de dos alas fallidas,
alitas que nacieron para dentro,
vilanos al rebufo de los trenes.
Los amantes se arrojan abrazados
sin saber, o sabiéndolo de más,
que siempre duermen solos sobre un lecho
de piedras y neveras con imanes
del cisma de lo que ellos ya no son.
Yo también fui arrojado. 
                                        Allí se abrió mi frente.
Allí brotó un pinsapo vacilante.
Allí creció la idea de una venus
de óxido y ombligo intermitente.
Allí encontré mis labios de cristal.
Ahora ya no son míos, son de crimen
y de otras palabras homicidas.
Mi corazón es una ampolla de aire
que llevo a todas partes en un sobre
con burbujas, si algún día se quiebra,
cabrá por la ranura de un buzón.

(La primera edición del telediario
ajusta torniquetes en la sien
al público que aplaude en la caverna.)

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