CALLE BLAS DE OTERO



Calle Blas de Otero (La Única Puerta a la Izquierda, 2020) no es un libro, sino un juego de espejos y asimetrías llevado al extremo, una suerte de desdoblamiento poético y viceverso. Por decirlo de forma menos rebuscada: llegamos al libro antes que a la idea de libro. Simplemente, un día de enero de 2013 comenzamos una partida de la forma habitual, como había sido habitual para nosotros en los '90, con el movimiento de apertura espontáneo y gratuito propio de las mejores jugadas. Como miembros de La Galleta del Norte, nuestra forma de entender la escritura, y de practicarla, era vanguardista, lúdica y colectiva. Con ese bagaje asumíamos cada desafío de rimas y estructuras que nos lanzábamos a través de la red a 11.487 km. de distancia. Esto no es un libro, sino un juego, un juego muy serio acabado en tablas.

Medito sobre estos sonetos diferidos que venimos escribiendo Javier Aguirre y yo. Me subyuga la idea de que surgen para ambos en condiciones muy dispares, es decir, habitamos en dos hemisferios del planeta, por lo tanto los poemas son completados en estaciones opuestas y con distinto huso horario. Y hay un océano por medio de dos continentes. Las estrofas de los sonetos recuerdan a las placas tectónicas en movimiento: allí donde friccionan, acaso eclosiona la poesía.

Este es un ejemplo de la escritura cruzada de los hemisferios que practicamos Javier Aguirre y José Blanco:

HEMISFERIOS I

Este cuarteto exhala primavera,
recibe el sol como una palma abierta,
apunta hacia el verano que despierta
e irrumpe entre las juntas de la acera.

Aquí el otoño cae con la postrera
hoja viva, rebosa sombra muerta
la casa, y el invierno abre la puerta
a la cegada nieve verdadera.

Hay nubes de Magritte sobre el terceto
del norte, sobre el mar desconfïado
como un perro que no conoce el mar.

Y al sur del mundo, junto al parapeto
cordillerano, siempre destemplado,
el océano quiere despertar.

(30/05/2014)