Sobre Denmark Street


DENMARK STREET, el título escogido para mi nuevo poemario, hace referencia a dos espacios: uno físico y otro mental. Es el nombre de una pequeña calle cercana al Soho londinense, donde solo hay tiendas de instrumentos musicales y un par de cafeterías. El lugar es una Meca para los amantes del rock británico hecho a mano, porque albergó estudios donde grabaron sus discos The Beatles, The Rolling Stones, The Kinks, David Bowie o Jimi Hendrix. Siendo esto muy estimulante para el iconoclasta que hay en mí, el espacio mental es otro. Tiene que ver con la lectura recurrente de Hamlet, que me llevó a fantasear con la idea de una serie de poemas en los que el Reino de Dinamarca se confundiera con el espacio urbano, más aun, se limitara a los escasos ciento cincuenta metros de Denmark st.

¿Por qué Hamlet? Porque me atrae su trama sinuosa, frente a otras que avanzan con la cadencia de una apisonadora; porque todo parece estar siendo dicho entre susurros y escuchado detrás de pesados cortinajes; por el juego del teatro dentro del teatro que sedujo a Lorca; por la nitidez de sus resonancias actuales; por la complejidad del protagonista, cuya integridad no le redime de antihéroe ni le impide ser brutal; por otra historia de ambición y de amor no correspondido que cimenta la Hª de la Literatura; pero, sobre todo, por el tratamiento del lenguaje. Del canon cortesano, al registro administrativo, de la impostación diplomática, a la impostura surrealista, la clave es el lenguaje. Cuando el Príncipe finge su locura para tratar de desenmascarar la traición, sus palabras adquieren tintes poéticos. Cuando la corrupción y el crimen resultan monstruosos en el seno de la familia, Hamlet le pide cuentas a su madre, esta se siente más amenazada por palabras que actúan como espejo, que por la espada desnuda... La clave es el lenguaje.

El proyecto de escritura se ha prolongado durante cuatro años, de 2015 a 2019. Según mi diario, fue el 11 de mayo de 2015 cuando supe que quería escribir este poemario. Desde el primer momento tuve claros tanto los aspectos formales, como el contenido de los poemas. Después de abordar experimentos conceptuales (la trilogía involuntaria que forman Memoria del caos, La deriva de Marcos Sima y Amuleto, publicados gracias al esfuerzo de los editores de Baile del Sol) este iba a ser un poemario al uso, un libro de poemas independientes. Quería textos modernos, urbanos, cosmopolitas, en los que se alternaran cierto aire pop, con referentes de la cultura popular, y un tono elegíaco y reflexivo adecuado para tocar ciertos temas.

Por ejemplo, el PP de la mayoría absoluta se mostró muy creativo retorciendo el lenguaje, produciendo eufemismos y explicaciones «a lo Cantinflas» que no lograban ocultar su degradación. Y mientras amnistiaba a mafiosos, rescataba autopistas privadas y perdonaba más de 60.000 millones de euros a la banca (en un país de 45 millones de habitantes), había quien se arrojaba por el balcón ante el inminente «procedimiento de ejecución inmobiliaria...» ¿Ejecución?, sí, pero de la dignidad y condición humanas a cargo de un pelotón de psicópatas. La clave es el lenguaje: «Algo huele a podrido en Dinamarca».

Esbocé una lista con poemas que no podían faltar: poemas sobre la corrupción política, especialmente sangrante, como digo, con el PP en el gobierno; «Joven mordido por un lagarto», como el cuadro de Caravaggio custodiado en la National Gallery, a tan solo kilómetro y medio de Denmark st.; un poema a la muerte de Lennon, que terminó siendo un homenaje a mi padre, quien me dio la noticia aquella mañana de diciembre de 1980; un poema titulado «This Machine Kills Fascists», como el lema en la guitarra Woody Guthrie; un poema a la madre ausente, que ha dado para un tríptico; poemas de amor, donde «Elsinor» apareciese transformado en ámbito de celebración; también, poemas de corte surrealista o ambiente onírico; y, por último, poemas con la muerte como leitmotiv, porque no olvidemos que Hamlet se salda con nueve cadáveres, cuatro (o quizás seis) en la misma escena. Todo ello organizado en un libro de cinco secciones, como los actos en que se divide la obra de teatro.

Además de los acontecimientos sociales y vitales, los encuentros, las lecturas, las películas y la música que me han acompañado durante estos cuatro años de escritura consciente, ha habido dos hitos determinantes para la conclusión de este proyecto. En julio de 2018 asistí a una representación de Hamlet en el Shakespeare's Globe, donde su directora, Michelle Terry, encarnaba al príncipe tronado. Aquella reactualización del teatro isabelino sobre las tablas de ese preciso escenario desnudo, minutos después de una tormenta de verano... Menos de un año más tarde, el 26 de abril de 2019 Bob Dylan ofreció un concierto memorable en el Bilbao Exhibition Center, justo al lado de mi casa. Dylan venía reproduciendo el mismo set list, canción por canción, al menos desde diciembre del año anterior. Esa noche tuvimos premio, ya que en el último momento decidió incorporar Dignity (una de mis preferidas) por primera vez en siete años. Este hecho inspiró el último poema que escribí para Denmark Street, fechado el primero de mayo de 2019.

Denmark Street
José Blanco
Col. Garvm poesía
Asociación cultural Garvum
2019
6 €

Pedidos en alameda39@outlook.com

Ver Tres poemas de Denmark Street en el blog de Pablo Müller.